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Taller de Teatro Foro: El teatro como herramienta emancipadora en contextos educacionales

“El teatro es necesariamente político, porque políticas son todas las actividades del ser humano y el teatro es una de ellas”, Augusto Boal.

Estudiantes y profesionales de distintas carreras y universidades asistieron al Taller de Teatro-Foro como estrategia de asesoramiento educativo, a cargo de Gonzalo Martínez Millas en el marco del Diplomado Semipresencial en Asesoramiento Educativo que imparte la Escuela de Psicología. Psicólogos, Trabajadores Sociales y Profesores de Filosofía reflexionaron acerca de qué los motiva a incursionar en esta disciplina y cuáles son las posibilidades que entrega esta herramienta para el ejercicio en las aulas.
Al comenzar el taller se realizó como dinámica de caldeamiento para las actividades posteriores el “Clap”. Este consistía en mirar fijamente a la persona a la que se le quiere traspasar un aplauso para que ésta se dé cuenta y los traspase a su vez a otra persona. Luego de esta experiencia se dio inicio a la clase teórico-práctica de Gonzalo Martínez Millas, quien explicó los fundamentos de teatro foro y sus aplicaciones metodológicas.
“El taller tiene dos momentos, un momento teórico en donde se explica el enfoque del teatro del oprimido de Boal y se decanta en el teatro foro que es uno de los tipos de teatro más específicos. En la segunda parte se da cuenta de la práctica de la técnica del teatro foro, en donde se implementa esta metodología del “espectactor”, el espectador pasivo pasa a ser sujeto activo en la escena, siendo actor, siendo un personaje más de la historia en el curso de la obra de teatro para solucionar situaciones de opresión en distintos casos, en este caso estamos en un taller de asesoramiento educativo”, precisó Gonzalo Martínez.
Martínez explicó que con Aristóteles tenemos una poética del espectador, en la cual éste delega poderes en el personaje para que actúe y piense en su lugar. Luego, con Bertold Bretch la propuesta cambia, y tenemos una poética que delega poderes en el personaje para que éste actúe, pero el espectador sigue pensando por sí mismo y muchas veces en oposición al personaje. Finalmente, Boal nos propone una síntesis con la poética del oprimido que es la acción misma. En este caso el espectador no sólo piensa por sí mismo, sino que también actúa, remplazando al personaje y cambiando el curso de la acción dramática.
“La idea es que los sujetos se empoderen del tema, lo reflexionen, pero no de un modo meramente discursivo, sino desde la acción. Desde la actuación teatral ellos hacen su propuesta de cambio de sociedad, cómo sueñan un mundo mejor. Ellos y ellas construyen relaciones humanas de autonomía, de respeto por el otro y en donde las situaciones de opresores-oprimidos no tengan cabida, donde se genere una democracia realmente horizontal, directa, de respeto por el otro en donde cada uno tenga su palabra, su lugar, su mundo, su creación”, explicó Martínez.
Sin embargo, ¿cómo sujetos que tienen sobre sí una carga cultural heredada de un sistema opresor, son capaces de salirse de esa estructura y crear condiciones distintas a las de opresión que ya han sido naturalizadas? Gonzalo Martínez nos indicó que efectivamente los procesos de liberación y de reflexión sirven para deconstruir todos los pensamientos heredados que tenemos de nuestra cultura.
“Todas estas cuestiones que hemos naturalizado tienen origen en las relaciones sociales de explotación económica, política y social. Entonces se produce esta conciencia en la medida en que el espectador pasa a ser un sujeto activo en donde reflexiona, no sólo se emociona, no sólo está consciente de su realidad, sino que también actúa y es protagonista de su propia historia, es donde el ser humano pasa a un nivel de una praxis transformadora de la realidad. Ya no es un sujeto alienado que está separado de su entorno, de su historia individual y social, sino que es un sujeto integrado”, señaló Martínez.
Una de las características que destacó Martínez del teatro foro son sus posibilidades a nivel metodológico, ya que cualquier persona está facultada para participar en un proceso de este tipo. “Boal decía que todos somos teatro. Todo ser humano tiene esa capacidad de hacer teatro. En ese sentido el teatro es colectivo, es democrático, no es propiedad de ningún grupo determinado. El teatro lo hacemos todos, una cosa es el oficio y la profesión de actor, y la otra cosa es que todos los seres humanos podemos hacer teatro”.
Para conocer esta metodología, el taller de dividió en dos grupos que debían elegir una situación de opresión para ser interpretada. La primera representación consistió en una reunión de consejo de profesores a la que llegan dos profesores nuevos que quieren dar a conocer sus ideas y deben enfrentarse a una directora tradicional. La segunda se trató de una sala de clases con múltiples conflictos a la que se integra una psicóloga. En ambos casos los participantes fueron remplazando a los actores para cambiar el desarrollo de la historia, explorando las múltiples posibilidades de resolución de los conflictos planteados.
Finalmente, los participantes analizaron ambas propuestas y las dificultades que presentaron, llegando a la conclusión, tal como plantea Paulo Freire, que para cambiar una situación de opresión debe haber un cambio desde el oprimido. Entonces, el teatro-foro, ofrece la posibilidad de entrenarse para la liberación, asumiendo este entrenamiento no sólo de manera discursiva, sino también corporal, lo que hace esta práctica aún más integradora y significativa para quien la vive.