Sin Historia, pero libres para elegir
Columna de opinión escrita por la académica de la Escuela de Psicología y el Doctorado en Psicología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Carmen Gloria Núñez.
En varias de las iniciativas anunciadas por el actual gobierno, es posible reconocer el foco en revitalizar el modelo de Libertad para Elegir del economista Milton Friedman, en el cual se sustentaron las reformas de los 80´en nuestro país, en plena Dictadura. Recientemente se anunció el programa Elige vivir sin drogas, ya conocido es el Elige Vivir Sano, la propuesta de Fonasa Plus para que sus afiliados paguen más para poder elegir dónde atenderse y las últimas insistentes tentativas del Ministerio de Educación por restablecer la libertad para elegir de los padres el establecimiento educacional de sus hijos, a través de la emisión de una “alerta de calidad” al momento de postular.
Salud y educación son dos áreas estratégicas para instalar el modelo socioeconómico de la Libertad para Elegir, pues todos los chilenos debemos transitar por ellas querámoslo o no, y el Gobierno lo sabe muy bien. Pero la sola obligación no basta para mantener el modelo, en especial en época de democracia. Lo central es crear las condiciones para que las personas deseemos elegir y sintamos que lo hacemos. La eliminación de la asignatura de Historia del curriculum obligatorio para que los estudiantes puedan optar por otras, es una clara forma de crear estas condiciones; en palabras de la Ministra Cubillos: “Queremos que estudiantes de 16 y 17 años, en los últimos dos años de su etapa escolar, tengan más libertad para elegir cursos de acuerdo a sus vocaciones e intereses”.
Es importante no perder de vista en el debate actual, que el modelo del gobierno es profundamente ideológico. Que lo que realmente se está instalando con el nuevo curriculum, es la producción de un sujeto que elige; que asume desde muy joven que lo que tiene que asegurarle el Estado son opciones entre las cuales escoger, donde él será el único responsable de la decisión que tome. Bajo este modelo, el Estado no asegura derechos fundamentales, sino alternativas para elegir. Qué tan favorable sea la opción escogida, es responsabilidad de cada cual, aunque no tengamos conocimiento suficiente de lo que estamos decidiendo ni claridad respecto de sus implicancias a futuro.
El Estado tiene que comprometerse a asegurarnos a todos quienes habitamos este país, una buena educación que nos permita ser ciudadanos. Elegir está muy bien cuando es sobre la ropa o una película, pero no es suficiente cuando de salud y educación se trata.