«La idea de reconstruir la familia es un mito que se ha instalado en torno a la separación»
La académica señaló que es necesario respetar los tiempos y procesos de los niños en estos casos.
En 2016, se produjeron 48.608 divorcios en Chile, la cifra más alta desde su boom en 2010. Esto sumado a las separaciones de hecho y los ceses de convivencia configuran una nueva forma de hacer familia, donde no por ser más frecuente, es algo que deba dejarse al azar. De este tema y otras dinámicas ligadas a la infancia conversamos con Luisa Castaldi, académica de la Escuela de Psicología PUCV y Magíster en Psicologia Clínica, con mención en Estudio de la Pareja y de la Familia.
No es un secreto que la idea de familia donde la madre, el padre y el hijo conviven en la misma casa, no corresponde a la realidad latinoamericana. Una de las situaciones más habituales es la de aquellos padres que deciden poner fin a su relación conyugal, con todos los desafíos que implica para la reorganización de las relaciones familiares.
En esta línea, Castaldi es categórica cuando afirma que este es un proceso que requiere tiempo. Por eso, va a depender de la historia de la pareja y la capacidad que tengan para trabajar en la construcción de otra forma de estar juntos. «Se necesita un tiempo para elaborar ciertos sentimientos, también para vivir la rabia o pena que sienten»
Por otra parte, asegura que una separación no debería ser entendido como la destrucción de una familia, sino que como una crisis que implica la reconfiguración de la organización y las relaciones. Por esta razón, si la pareja conyugal decide poner fin a su convivencia, es necesario buscar una alternativa donde no se pierdan los lazos «Hay mucho estudios en el tema de la separación que confirman que lo que más afecta a los hijos no es tanto el término de la convivencia, sino que es más bien la sensación de abandono y el estar entre medio de una guerra entre los padres, sintiéndose rehenes de la misma».
NUEVAS PARENTALIDADES
Ahora bien, después de la separación, los padres se enfrentan a nuevas interrogantes, por ejemplo, ¿cómo incorporar una nueva pareja a la vida de los niños?. Luisa Castaldi asegura que existen muchas formas de hacer el proceso.
Una de ellas es no apurar la convivencia, para tener la posibilidad de ir viendo que pasa y buscando los espacios de sinergia entre los niños y esta nueva pareja, pero siempre teniendo en cuenta que lo más importante es propiciar espacios que no sean antagónicos. Es decir, que se pueden construir nuevas relaciones provechosas sin desplazar al padre o madre no conviviente. «Además, no todas las nuevas parejas quieren ser padres, pero es muy difícil decirlo en esta cultura. Tienden a asumir que es una obligación hacerse cargo de los hijos del otro, entrando en rivalidad y competencia con el padre o madre biológico. Creo que es necesario abrirse a pensar otras alternativas de generar vínculos que no necesariamente sean de convivencia, aunque a veces se entiende que responde a necesidades bien concretas, como la económica. Lamentablemente eso apura los procesos».
La académica señala que el mejor indicador para la toma de decisiones son los mismos niños, quienes muestran su malestar o incomodidad ante determinadas situaciones, lo que es totalmente normal. Sin embargo, ignorarlos o forzar algunas cosas si puede transformarse en una enfermedad.
«Los niños saben reconocer cual padre es el más fuerte, entonces tienden a aliarse con el o ella, porque tienen roles muy activos de autoprotección. Por ejemplo, se vuelven más cercanos a la mamá cuando viven con ella y no quieren ver al papá, pero eso no es necesariamente porque no lo quieran, sino porque tienen miedo y eso los pone en una posición de dificultad con el otro. A largo plazo tiene consecuencias muy dolorosas»
Finalmente, la psicóloga enfatiza en la necesidad de respetar el derecho que tienen los niños a mantener el vínculo con ambos padres, lo que muchas veces se ve afectado por las peleas legales que profundizan el conflicto, dañando fuertemente los lazos. Una buena alternativa es la intervención de un mediador, que puede ayudar a que el proceso no se demore tanto y sea menos doloroso, tanto para los padres como para los hijos,