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Derecho a la participación infantil: clave para formar niños, niñas y adolescentes

Autonomía, creatividad y capacidad de razonamiento serían algunas de las características que la evidencia científica atribuye como consecuencias positivas de su ejercicio.

En 1990, Chile ratificó la suscripción a los acuerdos tomados en la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN). Esto significa que los países que la integran deben asegurar que todos los niños y niñas se beneficien de una serie de medidas de protección y asistencia, entre ellas, el derecho a la participación.

Ser escuchados, informados y que su opinión sea considerada en temas que los afectan son los componentes esenciales para asegurar su cumplimiento y, según el Servicio Nacional de Menores (SENAME), hay tres espacios básicos donde se puede desarrollar: a nivel familiar, escolar y local o municipal.

Para la doctora Manuela García, académica de la Escuela de Psicología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso e investigadora de la línea Psicología y transformaciones sociales en el campo de las comunidades y desarrollo social, los países han ido avanzando en su materialización a ritmos diferentes “Haciendo una comparación, podríamos decir que Chile se encuentra en una etapa inicial de la implementación. En la Defensoría de los Derechos de la Niñez existe un consejo consultivo infantil, pero en otros lugares eso está instalado en muchas otras instancias”.

Un ejemplo de aplicación está en el área de la salud. “Por ejemplo, sería ideal que toda la información disponible para los pacientes se adapte a un lenguaje amigable con los niños”, reflexiona. Asimismo, destaca el caso del ámbito educativo, donde se podrían conformar consejos consultivos infantiles que aporten a la construcción de manuales de convivencia escolar.

En este contexto destaca las ventajas que tiene el enfoque. “Cuando los niños se sienten partícipes, están mucho más dispuestos a asumir la decisión que se tome, incluso si no va en la dirección que ellos escogieron. Por supuesto, es necesario entender que no implica que el niño es el encargado de deliberar, sino que garantiza que será informado y escuchado de alguna manera”.

Para esto es necesario entender que, dependiendo de la edad y las necesidades de cada niño, pueden ser escuchados de diferentes formas. Lo importante es encontrar las herramientas para hacerlo, ya sea a través de palabras, dibujos, o juegos. “La idea es poder acceder a su mundo y las percepciones que tienen respecto al tema”, indica la psicóloga.

En el caso de las intervenciones comunitarias, María Isabel Reyes, académica y jefa de Investigación de la Escuela de Psicología PUCV, destaca que “la incorporación de niños, niñas y adolescentes se constituye en un indicador del nivel de participación comunitaria, porque si se los ha contemplado en las distintas etapas de la intervención, en la práctica significa que se pensó en integrar a una amplia gama de actores que conviven en los espacios comunitarios.  Además, porque tiene relación con promover una cultura no adultocéntrica, donde se consideran las necesidades de los niños y niñas y se busca garantizar sus derechos como ciudadananos”.

Un área donde ha sido más lenta su puesta en marcha es en espacios de cuidados alternativos, dado que ha primado una visión que instala a la protección y la participación como dos conceptos contradictorios.

“Lo que se ha visto en las investigaciones es que no puede haber protección efectiva si no se incorporan las visiones de los niños, porque estaría centrada sólo en la visión adulta de lo que necesitan, sin tener en cuenta qué tienen para decir”´, señala Manuela García.

Finalmente, Manuela destaca las consecuencias positivas que la instalación de la participación infantil tiene para el desarrollo de los niños y niñas “Se ha visto que tiene efectos generales en la capacidad de agencia y autovalía que demuestran, en competencias para expresar sus puntos de vista y el sentido de confianza con respecto a sí mismos y al mundo adulto, entre muchas otras”.

Link a publicación original en La Segunda