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Columna de opinión: Luisa Castaldi – «volver a trabajar en casa»

Creemos que ya estamos acostumbradxs, que después de la crisis inicial de marzo del año pasado, nos hemos organizado y hasta le hemos encontrado aspectos positivos al que se ha definido como teletrabajo desde la casa. Hemos podido tomar unos días de descanso, hemos logrado desconectarnos de la “máquina” que nos ha mantenido socialmente y laboralmente activos a lo largo de muchos meses. Nos sentimos descansadxs y con energías después de un verano en el cual logramos hacer algunas caminatas, un poco de bicicleta, hasta nos dimos el lujo de algunos, prudentes, encuentros sociales.

Pero las vacaciones se terminan y hay que volver al trabajo… Sin embargo, este año no se vuelve a un lugar, a un encuentro con lxs colegas, con personas. La vuelta es a la silla del comedor, al rincón del dormitorio en el que organizamos un improvisado estudio, a la terraza techada o en cualquier otro lugar de la casa en el que hemos puesto nuestro computador. Pensábamos que habíamos superado el momento peor, que esta vez no nos iba a afectar tanto. Y entonces ¿por qué nos sentimos más desganadxs que de costumbre? Tratamos de convencernos que siempre en marzo es así, que somos afortunadxs en tener empleo, que hay problemas mucho más serios, sin embargo nos invade una sensación de  confusión, nos sentimos desorganizadxs, ineficientes.

Percibimos que estamos ansiosox, a ratos angustiadxs, irritables. Aparecen pequeños malestares físicos, dolores de cabezas, resfríos, insomnio, las gastritis, colitis, rinitis recrudecen. Volver a teletrabajar desde casa…una crisis que ya no es aguda sino que se asemeja ya a cronicidad, pero que al mismo tiempo no sabemos cuánto durará ni las características que tendrá. Ya no funcionamos en emergencia pero al mismo tiempo carecemos de estabilidad. Mientras los años anteriores el agente estresor era conocido, volver a los ritmos y tiempos del trabajo, y por ende sabíamos que después de unos días de desajustes, nos estabilizaríamos, este marzo nos vuelve a enfrentar con la incertidumbre, con la confusión, con la precariedad en los contactos sociales y laborales. Los síntomas descritos son señales, no de enfermedad como estamos acostumbradxs a pensar, sino de procesos de acomodo en acto.

Procesos que requieren ser atendidos, ya que ignorarlos, enjuiciarnos, autoexigirnos, puede sí provocarnos enfermedades. A pesar de la distancia física, démonos tiempo para recontactar con nuestrxs colegas, mirémonos, pongámonos al día, comentemos acerca de cómo nos estamos organizando, de lo que ha cambiado y lo que sigue igual al año pasado. Aunque nos una sólo una pantalla, hagamos el esfuerzo de mirar a las personas en el presente, en cómo están en este momento y no a las imágenes que tenemos de ellas. Tratemos de compartir los procesos, ya que aunque nos sentemos en el mismo lugar del año pasado, frente al mismo computador, las condiciones pueden haber cambiado, nosotros hemos, indudablemente, cambiado.