Académico de la Escuela de Psicología investiga cómo el liderazgo directivo incide en los aprendizajes de alumnos y escuelas
Luis Ahumada lleva a cabo proyecto con el patrocinio de FONDECYT, en el que estudia las prácticas de liderazgo de escuelas urbanas y rurales. La lógica de colaboración y el liderazgo orientado a los estudiantes en su dimensión integral en las escuelas rurales, y la búsqueda de pertenencia y felicidad en los establecimientos por parte de los alumnos de escuelas urbanas, son algunos de los hallazgos ya arrojados.
En estos últimos años, Luis Ahumada, profesor de la Escuela de Psicología PUCV, se ha dedicado a investigar la relación entre la gestión y el aprendizaje en los establecimientos escolares.
En su primer proyecto patrocinado por el programa FONDECYT, secundado por los profesores Carmen Montecinos y Vicente Sisto, se concentró en el funcionamiento del equipo directivo y cómo este implementa el sistema de aseguramiento de la calidad.
“A partir de ese trabajo, nos dimos cuenta de que el liderazgo no solo es ejercido por el director o un equipo directivo, sino también y eventualmente por otros actores o miembros. Entonces, planteamos un segundo proyecto, que miraba el liderazgo distribuido, en el contexto de la implementación de la ley de subvención escolar preferencial. En este caso, los co-investigadores fueron los profesores Verónica López y Vicente Sisto”, comenta Luis Ahumada, quien apunta que el principal hallazgo fue que “las personas que ejercen liderazgo son tan importantes como las prácticas de liderazgo que ellas realizan”.
Tal hallazgo, dice, supuso un cambio de enfoque, desde pensar el liderazgo en términos individuales a pensarlo en términos colectivos, prestando atención más a qué se hace que a quién lo hace.
CURRÍCULUM, CONVIVENCIA Y GESTIÓN DE RECURSOS
Esas experiencias y conocimientos son las que recoge el tercer proyecto que lidera con el patrocinio del Concurso Regular 2012 del programa FONDECYT, “Prácticas de Liderazgo de Directores(as) y Equipos Directivos de Establecimientos Educacionales en las áreas de Gestión del Currículum, Convivencia Escolar y Gestión de Recursos: Su incidencia en el área de Resultados”, al que también concurren como co-investigadores Verónica López y Vicente Sisto.
La investigación considera el estudio de siete establecimientos de educación básica y municipal de las comunas de Santa María, en la provincia de San Felipe, y Viña del Mar, profundizando en cuatro.
En este proyecto, expone Luis Ahumada, se busca “relacionar la gestión directiva y su liderazgo a través de prácticas, con los aprendizajes de los estudiantes y de la organización educacional”.
Para estudiar el aprendizaje de los estudiantes, “tomamos el Sistema Nacional de Evaluación de Desempeño y analizamos qué pasa en las escuelas con los factores que aquél mide: resultado educativo; integración y participación de profesores, padres, apoderados; igualdad de oportunidad, entre otros indicadores que nos ayudan a comprender mejor los resultados de los alumnos”.
En cuanto a la inclusión, el doctor en psicología explica que dicho factor “considera indicadores externos, públicos, que vienen dados por el Ministerio, y que son el producto de una revisión o fiscalización que se hace en el establecimiento, por ejemplo, la no selección de estudiantes”.
Luis Ahumada plantea que el interés se focaliza más en lo cualitativo, que ayuda a entender los resultados cuantitativos. “Entre los resultados cuantitativos que nos importan, está lo que arroje el cuestionario de aprendizaje organizacional, un cuestionario que adaptamos al sistema escolar y que evalúa la capacidad que tiene una escuela de aprender y de acompañar el cambio con sus propias prácticas”.
Es que el proyecto, enfatiza el académico PUCV, “implica una mirada mucho más compleja del liderazgo, lo que contempla ver cómo la organización es capaz de cambiar sus prácticas para bien”.
COLABORACIÓN EN ESCUELAS RURALES
El estudio ya arroja interesantes particularidades, por ejemplo, “los establecimientos rurales tienen alrededor de sesenta alumnos, y el director también está a cargo de un curso y hace clases; esto no pasa en las escuelas urbanas”.
Otra particularidad de las escuelas rurales, apunta el profesor de la Escuela de Psicología PUCV, es que “trabajan mensualmente en una instancia llamada microcentro, conformado por tres escuelas, donde se reúnen en uno de los establecimientos para trabajar en forma colaborativa. Lo hacen una vez al mes y comparten lo que están haciendo. Es una iniciativa que se viene gestando desde hace tiempo, unos quince años al menos, sin embargo, con la Ley de Subvención Escolar Preferencial, ellos tienen que elaborar planes de mejora en cada una de las áreas de trabajo, por lo que hay una nueva significación del microcentro”.
Luis Ahumada destaca la lógica de colaboración, en que se comparten prácticas y aprendizajes, que se da en las escuelas rurales, “considerando un contexto nacional donde prima la competencia. En términos de aprendizaje organizacional, el microcentro es muy importante porque el aprendizaje supone instancias de reflexión sobre qué estás haciendo, por qué, cómo, con qué resultados”.
Un tercer hallazgo, “muy importante en el contexto rural, es la idea de un liderazgo democrático, un liderazgo centrado en la defensa de los derechos de los estudiantes, algo que efectivamente ocurre. Todas las prácticas están orientadas a la persona del estudiante en su dimensión integral. El estudiante no es solo un ser que aprende contenidos, sino que está formándose para la vida”.
VULNERABILIDAD Y PERTENENCIA EN ESCUELAS URBANAS
En las escuelas urbanas, uno de los hallazgos más importantes es que “hay escuelas que están en contextos muy vulnerables, a pesar de estar cerca de la ciudad, y esa vulnerabilidad impacta las prácticas de liderazgo pues las insta a intentar construir un espacio del cual el estudiante se sienta parte. Para el alumno, la escuela no es solo para aprender, estudiar; los niños también van a ser felices y sienten pertenencia al lugar”.
Dicha cuestión la ha profundizado “en un estudio que estamos realizando con el Centro de Investigación Avanzada en Educación de la Universidad de Chile, relativo al liderazgo y su vinculación con el lugar en que están los establecimientos, es decir, la pertenencia. Participa en él la profesora Kathryn Riley, directora del Centro de Liderazgo para la Educación del Instituto de Educación de la Universidad de Londres”.
Otro hallazgo relevante en las escuelas de Viña del Mar “es que las prácticas de liderazgo no se refieren solo a lo que se hace, sino también al fundamento que está detrás de esa práctica: en una escuela se puede hacer deporte, en otra también, pero en una la práctica tiene que ver con competir, mientras en otra tiene que ver con el aprender a trabajar en equipo. En el caso de Viña del Mar, hemos profundizado el concepto de práctica de liderazgo, encontrándonos con que detrás hay un fundamento y un contexto que facilitan o entorpecen esa práctica”.
REFLEXIONAR EL FUNDAMENTO DE LAS PRÁCTICAS
Según plantea Luis Ahumada, “los directivos no han incorporado como concepto el de prácticas de liderazgo, pero lo tienen incorporado en su diario vivir, en el sentido de que todos ellos, tanto en Viña del Mar como en Santa María, han ido avanzando hacia un liderazgo que emerge de relaciones cotidianas. Es interesante porque toda la literatura está enfocada hacia el desarrollo de competencias más bien prescriptivas en el director, es decir, se le insta a dirigir, evaluar”.
“Las prácticas de observación de aula en la literatura vienen explicitadas como prácticas que el director debe realizar si quiere ejercer un liderazgo pedagógico, sin embargo, lo que nosotros vemos desde una perspectiva del fundamento de la práctica es que esta puede tener que ver con una observación orientada al control y la supervisión, o bien con una observación orientada a la colaboración y el mejoramiento”.
El doctor en psicología concluye que, “independientemente de si se trata de una escuela de Viña del Mar o de Santa María, aquellas escuelas que obtienen mejores resultados tienen una mayor diversidad de prácticas en todas las áreas y su reflexión en torno al fundamento de esas prácticas es mucho más profunda. Ellas cuentan con instancias de reflexión, en que piensan qué se hace, por qué se hace. Toman conciencia sobre su quehacer”.